BUENOS AIRES.- El silencio es la nueva estrategia que eligió el Gobierno nacional frente a los últimos cables originados en Wikileaks y que trascendieron por el mundo, desde donde critican a la Argentina por la política que desarrolla tierras adentro. Cabe recordar que en la edición de ayer de LA GACETA publicamos los trascendidos estadounidenses que criticaron el manejo gubernamental durante la crisis del Banco Central (BCRA) del año pasado.
La réplica a los Estados Unidos podría haber llegado de boca del canciller Héctor Timerman o del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, habituales voceros oficiales. Sin embargo, los dos evitaron hacer mención a las nuevas revelaciones. Además, la Casa Rosada explicitó que no contestaría a la embajadora en la Argentina, Vilma Socorro Martínez, quien calificó de "falta de respeto por los límites institucionales" la situación que se había generado con la decisión de Cristina Fernández de echar por decreto a Martín Redrado de la entidad financiera.
Los últimos choques políticos entre las administraciones de Fernández y Barack Obama tienen que ver con el material militar "sensible" que fue incautado por la Aduana en Ezeiza, del avión que llegó al aeropuerto internacional y donde se encontraron elementos que no figuraban en el manifiesto original aprobado para el vuelo.
Las disputas comenzaron con la primera revelación, que daba cuenta de un intercambio entre la embajada que dirige Vilma Martínez y el Departamento de Estado, que conduce Hillary Clinton, en el que se manifestaba inquietud por la salud mental de la Presidenta.
Ese mismo día se conoció otro correo secreto, en el que la sede diplomática de los EEUU en la Argentina hablaba, en un mensaje al gobierno de Obama, de lo que consideraba "ineptitud de los Kirchner para la política exterior". (Especial)